Anastasia Romanov, el Mito

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En 1917, el Zar Nicolás II, representante de la dinastía Romanov, que había gobernado Rusia por tres largos siglos, empezó a tener grandes problemas con la población de su país; principalmente los parlamentarios mostraban un gran descontento hacía él y la Zarina Alexandra, por la serie de decisiones erróneas tanto en su política interior como exterior. Las derrotas militares que se habían dado al inicio de la Gran Guerra (1914) provocaron muchas protestas entre la población y la Duma (asamblea representativa del gobierno) lo que llevó finalmente al estallido de la revolución en noviembre de 1917. Inicialmente la Duma nombró un gobierno provisional al mando de Aleksandr Kerenski, un revolucionario moderado, de quien se esperaba pudiera controlar la situación. Esto no fue posible y el Zar se vio obligado a firmar su abdicación el 2 de febrero de 1917, primero en favor de su hijo Aleksei, pero ante el estado de salud de éste, decidió hacerlo en favor de su hermano Miguel, sin embargo, éste no aceptó, lo que llevó definitivamente al fin del reinado de los zares. A partir de ese momento, el destino de la familia imperial se volvió muy incierto, había quienes querían juzgarlos y encarcelarlos por los crímenes cometidos durante su régimen y otros que querían acabar con ellos definitivamente.

De esta forma, el Zar, la Zarina, sus cinco hijos: Olga, María, Tatiana, Anastasia y Alexei, el doctor de la familia imperial y 3 sirvientes, iniciaron un terrible recorrido a diferentes lugares en calidad de prisioneros. Primero, fueron recluidos en el Palacio Mijaílovskoie en Peterhof, después fueron enviados al convento de Tobolsk y finalmente fueron llevados a la Casa Ipatiev en Ekaterinenburgo, lugar en el que finalmente fueron asesinados, la madrugada del 17 de junio de 1918.

Familia Romanov

Cuando los soldados terminaron con la vida de los prisioneros, sacaron sus cuerpos y los colocaron en un camión. En algún momento del camino el camión se descompuso y se dieron cuenta que los cuerpos no cabrían en las tumbas que ya se habían cavado, por lo que decidieron separarlos. Después de rociarlos con ácido sulfúrico y gasolina, enterraron 9 cuerpos juntos y en otra parte, depositaron los dos restantes.

El gobierno revolucionario decidió encubrir la ejecución y entierro de la familia imperial y sus acompañantes, lo que ayudó a la propagación de los rumores de que alguno de los Romanov podía haberse salvado de la matanza. Con el tiempo, empezaron a surgir mujeres que alegaban ser alguna de las hijas del zar que “milagrosamente” habían sobrevivido.

De estas mujeres, la más conocida y que llegó a contar con el apoyo de varios miembros exiliados de la familia imperial que creyeron en su versión fue la de Anna Anderson, cuya historia comienza una noche de 1920 en Berlín: una joven es rescatada del río Spree, por la policía, aparentemente había llegado ahí por accidente. Cuando está siendo atendida en el hospital, se le registra como “señorita desconocida”. Al salir del hospital es internada en una institución psiquiátrica: el asilo Dalldorf, donde permanece recluida dos años y se descubre que en realidad intentó suicidarse. Durante su estancia en esa institución se empieza a esparcir el rumor de que esta desconocida es en realidad la Gran Duquesa Anastasia, quien habría sobrevivido a la terrible masacre de la familia Romanov y empieza a ser visitada por familiares y personas que los conocieron con la esperanza que esto fuera cierto. Sin embargo, durante muchos años se generó un gran debate entre quienes afirmaban que era realmente la hija del último zar de Rusia y quienes aseguraban que era una impostora.

Al salir del psiquiátrico, la desconocida ya con el nombre de Anna Anderson se refugia, en diferentes países, con algunas de las personas que creían en su historia. Sin embargo, por algunas indagaciones que se hicieron en su momento, Anna Anderson resultó ser Franziska Schanzkowska una obrera polaca que tenía un expediente de enfermedades mentales y que había trabajado en una fábrica de municiones y sobrevivido a una explosión, lo que explicaba las heridas que presentaba y que se presumía eran producto de la ejecución en Ipatiev. En 1931 regresa a Alemania y un año después entabla un proceso judicial reclamando un dinero de su supuesto padre el zar Nicolas II, depositado muchos años antes en un banco alemán. Seis años más tarde inicia otro proceso legal para ser reconocida como la legítima Gran duquesa Anastasia de Rusia. El juicio se vio interrumpido por el estallido de la Segunda Guerra Mundial y con ayuda de algunas personas logró que se retomara en 1957 prolongándose hasta 1970, en que se declaró el caso como sin solución. Anderson dejó de apelar y vivir tranquilamente.

En 1968, cuando se encontraba en Estados Unidos conoció a un profesor de Historia y Genealogía, Jack Manahan quien era 20 años menor que ella y veía este matrimonio como una conveniencia, ya que él se hacía llamar “el gran duque en espera” o “el yerno del zar”. En 1979 fue llevada al hospital Martha Jefferson debido a una obstrucción del estómago, siendo intervenida quirúrgicamente. En 1980, Anna Anderson fue internada en un asilo, con una salud mental muy deteriorada de donde fue sacada ilegalmente por su esposo, viviendo un tiempo en una furgoneta llena de basura, pero en pocas semanas la policía los encontró y regresó a Anna al hospital, de donde ya no volvió a salir. El 12 de febrero de 1984, Anna Anderson, murió a causa de una pulmonía. Hasta el último día de su vida, Anna siguió afirmando que ella era la hija sobreviviente del Zar de Rusia: la Gran Duquesa Anastasia.

En 1979 se había llevado a cabo un gran descubrimiento por parte del geólogo Alexander Avdonin, quien se había convertido en un detective aficionado: restos humanos en las afueras de la casa Ipátiev en Ekaterimburgo, los cuales se pensó que podían ser de la familia imperial, ejecutada a unos pasos de la casa. Pero no pudo dar a conocer este descubrimiento, por temor a represalias del gobierno comunista de la época y volvió a enterrarlos. Lo que hacía que el mito de Anna Anderson como Anastasia siguiera vivo. Fue hasta el año de 1991 y ante la caída del régimen comunista en Rusia, que se volvieron a desenterrar dichos huesos. Lo primero que se descubrió fue que sólo estaban nueve cuerpos. La identificación de los restos llevó tres años y se estableció que, de los 9 cuerpos, dos de los adultos eran padres de los tres individuos más jóvenes, mientras que el resto no estaba emparentado con ellos.

Para poder comparar el ADN de los restos y confirmar que pertenecían a la familia del zar, se requirió el apoyo de Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra y quien era sobrino-nieto y el pariente más cercano de la zarina Alix von Hesse-Darmstadt. Con este y otros exámenes, se confirmó que los restos encontrados, correspondían a Nicolás II, su esposa, tres de sus hijos, sus tres sirvientes y el doctor de la familia. En ese momento se creía que los cuerpos de las hijas eran de Olga, María y Tatiana. Pero, aún faltaban dos de los cuerpos, es decir: quien se creía que era Anastasia y el zarevich Alekséi.

Tras este descubrimiento, un equipo de investigadores analizó el ADN de la supuesta Anastasia, Anna Anderson, obtenido de tejidos conservados en el hospital Martha Jefferson, donde falleció en 1984 y lo comparó con el del zar y la zarina. El análisis demostró que Anna Anderson no era hija de Nicolás II, ni tampoco de Alix von Hesse-Darmstadt. Lo que terminaba definitivamente con el mito de la supervivencia de Anastasia. Sin embargo, seguía el misterio de los dos últimos cuerpos que no habían sido encontrados. En 2007, unos arqueólogos descubrieron una segunda sepultura en Ekaterimburgo. Dentro de esta fosa, los restos correspondían a dos individuos jóvenes. Después de dos años de investigación se pudo demostrar que los cuerpos correspondían a Anastasia (y no a María, como se había creído en un principio) y a su hermano Alexei. Esta investigación terminó de una forma contundente la versión de muchas décadas de que podría haber algún sobreviviente de la terrible matanza de 1918.

Los restos de la familia Romanov fueron enterrados en 1998 en San Petersburgo, en la catedral de San Pedro y San Pablo. En el año 2000 la Iglesia Rusa Ortodoxa canonizó a Nicolas, Alejandra y sus cinco hijos como “portadores de la pasión”. En 2009, los cuerpos de Anastasia y su hermano Alexei, fueron enterrados junto al resto de su familia.

En 1974 la casa Ipatiev, había sido designada “monumento nacional”. Sin embargo, tres años después el gobierno soviético representado por Leonid Brezhnev juzgó que dicha casa (llamada, en la época de la revolución: la del “propósito final”), no tenía “suficiente importancia histórica” y fue demolida. Para entonces, el primer secretario comunista de los Urales y el encargado de hacer demoler aquella casa, Boris Yeltsin manifestó que “tarde o temprano nos avergonzaremos de esta barbarie”.

En 1990, la Iglesia Ortodoxa Rusa se hizo de la parcela, donde había estado la casa, y planeó la construcción de una capilla conmemorativa después de la canonización del zar y su familia. La construcción se realizó entre el 2000 y 2003. La iglesia recibió el nombre de, “Iglesia Sobre la Sangre en Nombre de Todos los Santos que Resplandecieron en la Tierra Rusa”.

El complejo completo comprende dos iglesias, un campanario, un anexo patriarcal y un museo dedicado a la antigua familia imperial y el altar de la iglesia principal está directamente sobre el sitio de la ejecución de los Romanov, de ahí el nombre.

EL MITO DE ANASTACIA ROMANOV EN EL CINE

La historia del último zar de Rusia, su familia y el fin de la dinastía Romanov, ha hecho derramar ríos de tinta y ha inspirado de igual forma al mundo del cine y el arte:

Anastasia, la princesa vagabunda. Película de 1956, dirigida por Anatole Litvak, con un guion de Arthur Laurents basado en la obra de teatro de Marcelle Maurette: Anastasia (1952). Los actores que intervienen en el film son: Ingrid Bergman, Yul Brynner, Jack Hildyard, Helen Hayes, Akim Tamiroff y Felix Aylmer, entre otros.

En 1928 en Paris, Francia, un general ruso del ejercito zarista que se ha mantenido en el exilio después de los terribles hechos ocasionados por la Revolución Rusa, encuentra a una mujer que aparentemente tiene profundos problemas y no puede recordar nada de su pasado y que sin embargo tiene rasgos muy parecidos a una de las hijas del zar Nicolas II, Anastasia. Diez años después de la terrible forma en que acabaron con la familia imperial, el encuentro del general ruso con esta mujer lleva a poner en práctica un plan para que se haga pasar por la Gran Duquesa y poder hacerse de la fabulosa herencia de la familia Romanov. El trato con el general y las largas sesiones para poder aleccionar a esta joven, hacen que ella crea tener recuerdos de su vida anterior, como una de las hijas del zar.

La película tuvo un importante éxito de taquilla y le valió a Bergman un Oscar a la Mejor Actriz y una nominación a Alfred Newman por Mejor Banda Sonora de una película dramática o comedia.

Anastasia. Película de animación estadounidense de 1997, producida por 20th Century Fox, y la primera producida por Fox Animation Studios. Dirigida por Don Bluth y Gary Goldman, exdirectores de animación de Disney, y con las voces de Meg Ryan, John Cusack, Kelsey Grammer, Christopher Lloyd, Hank Azaria y Angela Lansbury.

El argumento, gira en torno a una joven huérfana y amnésica de 18 años llamada Anya que, intentando encontrar a su familia, se une a dos timadores que pretenden aprovecharse de su parecido con la Gran Duquesa. La película obtuvo un gran éxito, tanto de taquilla como de crítica, siendo recompensada en total con ocho premios y hasta 16 nominaciones, incluyendo dos a los Oscar: Mejor Música para Musical o Comedia y Mejor Canción: Journey to the Past. A pesar de las libertades artísticas que la película se tomó con la historia rusa, la crítica en Rusia fue positiva.

Anastasia, el musical. Adaptación al teatro en 2016, con un libreto de Terrence McNally, música de Stephen Flaherty y letras de Lynn Ahrens. Tras un periodo de prueba en Hartford, Connecticut, E.U., el espectáculo se estrenó en 2017 en el Broadhurst Theatre de Broadway y desde entonces también ha podido verse en numerosas ciudades a lo largo de todo el mundo.

Anastasia: once upon a time. Versión live-action de 2020, con un guion y dirección de Blake Harris y la actuación de Emily Carey en el papel protagónico. La historia se centra en el momento en que el líder ruso Vladimir Lenin está a punto de destruir a los Romanov, por lo que el guía espiritual de la familia, Grigori Rasputín envía a Anastasia de 1917 a 1988 a través de un portal mágico donde encuentra a una fascinante joven con la que rápidamente entabla una peculiar relación de amistad.  

Referencias:

https://www.filmaffinity.com/mx/film835151.html

https://www.romanovs.eu/post/saint-eugene-botkin

https://www.mujerhoy.com/celebrities/realeza/202105/12/felipe-edimburgo-tragedia-asesinato-familia-zar-romanov-misterio-muerte-princesa-anastasia-20210504145049.html

https://www.revistavanityfair.es/realeza/articulos/anna-anderson-historia-vida-anastasia-romanov/43337

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/nicolas-ii-ultimo-zar-rusia_15812https://historia.nationalgeographic.com.es/a/brutal-asesinato-ultimos-romanov_18189

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